La evolución de la vida en la tierra y por lo tanto también del ser humano, en realidad no es más que una parte de la evolución cósmica en su conjunto. Esta evolución cósmica consiste en que, con el paso del tiempo, la complejidad de lo que existe en cada momento, siempre tiende a incrementarse.
Una forma fácil de imaginarse este incremento de complejidad se puede hacer con piezas de Lego. Si hubiera muchas piezas individuales de Lego flotando por el espacio y chocándose entre si, es prácticamente inevitable que en cierto momento dos piezas se acoplan. Esta pieza doble de Lego es tiene más complejidad que una pieza individual. Así se puede imaginar que las piezas dobles pueden volver chocarse y acoplarse, adquiriendo así una complejidad aún mayor.
Traduciendo este simple ejemplo a átomos, moléculas, células y organismos ya es hablar de mecanismo fundamental de la Evolución Cósmica.
Sin pretender ser completo o exacto, se pueden, a groso modo, diferenciar varios estados o peldaños en este incremento de complejidad (en negrita = estados ya alcanzados):
También sería posible observar una cierta jerarquía cósmica (parcialmente solapando con lo anterior), de forma parecida a la Pirámide de Maslow (un siguiente peldaño sólo se alcanza una vez logrado el anterior):
Representation of spiritual evolution according to hinduhumanrights.info
Visto de esta manera, el ser humano o la humanidad, no es otro que simplemente el peldaño más recientemente alcanzado dentro del recorrido de este proceso eterno.
Así que no somos un especie de punto final, como lo ha sido interpretado y muchas veces impuesto a lo largo de los siglos por las varias filosofías de vida, entre las cuales los monoteísmos, los nacionalismos o el industrialismo. Semejante concepto de 'punto final' es evidentemente tan antropo(ego)céntrico y soberbio como lo fue la medieval y obsoleta visión geocéntrica, en la que, con mucho gusto, se consideraba la tierra el centro del universo.
A estas alturas deberíamos, todos juntos, ya haber aprendido a ser lo suficiente humildes y objetivos, para reconocer, que nosotros mismos también no seamos más que un pequeño elemento en una jugada de mucho mayor envergadura. Imagínate si no, que la evolución cósmica se hubiera detenido, porque el átomo de hidrógeno se hubiera auto-coronado como la obra maestra y el punto final de la evolución cósmica, "después de todo lo que ya ha pasado a partir del Big Bang". O imagínate que la evolución no hubiera avanzado más allá de los micro-organismos...
En resumidas cuentas: como humanos y humanidad sí somos especiales, en el sentido de que, posiblemente, seamos la más alta forma de complejidad que el Cosmos haya logrado hasta el momento, pero no somos más que la última estación alcanzada de un ferrocarril, que todavía prosigue casi una eternidad y al que todavía le queda un número indeterminado de estaciones por recorrer.
Como ya aprecian muchos movimientos sociales y espirituales (desde hace siglos), nos encontramos, la generación actual, ante un punto de inflexión, donde se nos ofrece una oportunidad excepcional, que podemos abrazar o desperdiciar, para nosotros mismos y para el cosmos en su totalidad.
El significado de abrazar esta oportunidad no está del todo claro (todavía). No hay explicación ni manual: tenemos que descubrirlo nosotros mismos, somos los pioneros. Pero la idea de un alma colectivo o una energía colectiva en la línea del pensamiento de "We are one" (somos todos uno) es ciertamente un concepto interesante y para nada de excluir, aunque no haya todavía conclusiones y resultados 'tangibles' o 'pruebas científicas' (un concepto un tanto relativo en algunos terrenos) para ello. Al mismo tiempo, podría esto estar relacionado con unos fenómenos naturales, que la ciencia todavía no puede explicar, como por ejemplo el comportamiento colectivo de bancos de peces o las bandadas de pájaros, o la aparente capacidad de 'miembros' individuales de una especie de animal, de aprender un 'truquito' con más rapidez, cuando otro de los 'miembros' ya haya aprendido este 'truquillo' previamente, incluso a miles de kilómetros de distancia (Rupert Sheldrake: collective memory - morphic resonance).
Por otro lado, la forma en la que seríamos capaces de estropear y desperdiciar esta oportunidad sí está más que claro, aunque pueda haber discusión sobre la forma exacta. Pero a estas alturas ya puede quedar claro, que la sociedad actual se está dirigiendo precipitadamente hacia el debacle, sea de manera violenta en forma de guerra, sea como consecuencia de la disrupción total del equilibrio natural, un cambio climático o parecido. También está claro qué características (humanas) están a la base de este problema: individualismo, egoismo, avaricia, arrogancia, corrupción a gran escala o fanatismos nacionalistas/religiosas por nombrar algunas.
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Si consideramos que nosotros como seres humanos, tanto en el sentido individual como colectivo, somos el grado más alto de complejidad que la evolución cósmica haya podido alcanzar hasta el momento, no es, "por lo tanto", nuestro derecho de explotar y destruir todos los grados inferiores de complejidad, sino nuestro deber, nuestra tarea, nuestra responsabilidad y al mismo tiempo nuestro enriquecimiento y nuestra satisfacción, de emplearnos como punta de lanza para abrir la brecha del camino hacia el siguiente paso en esta evolución cósmica.
Si desperdiciamos esta oportunidad, puede que nunca vuelva a darse. Y tal como están las cosas en el mundo, es posible que no llegamos al final de este siglo, si no hay un cambio drástico a gran escala y colectivo en los próximos años, tomando el 2020 como año límite y posible punto de no retorno. Porque lo más probable es que tanto el clima, como nuestro entorno natural estén en mucho peor condiciones de lo que nos podemos imaginar, con un empeoramiento mucho más exponencial de lo que las autoridades y los expertos (científicos 'reconocidos') quieran o se atrevan admitir, con consecuencias, de las que sepamos, mucho más graves de lo previsto, además de haber también consecuencias, que ni sabemos que existen y que posiblemente sean aún más graves. Y todo esto si no estalla esa guerra definitiva antes.
Puede haber personas, que opinan que, efectivamente, mejor estalle todo, porque el ser humano es 'malo', nos lo hemos buscado y nos lo merecemos. Y que después, la naturaleza ya se irá recuperando, mejor sin nosotros. Puede parecer que estas personas tengan razón, que el mundo estaría mejor sin nosotros interferir en sus procesos naturales.
Sin embargo, por lo que sepamos, en este momento somos los únicos que tienen la llave para ese posible siguiente paso en la Evolución Cósmica. Posiblemente el paso más extraordinario! Y como anteriormente mencionado, si no somos nosotros que consigamos dar ese paso, antes de desaparecer o destruir demasiado, es posible que no se vuelva a producir esta oportunidad excepcional en la tierra: la oportunidad de que se desarrolle de nuevo un organismo con la suficiente complejidad biológica y social (como el ser humano), y con suficiente consciencia, como para intentar o por lo menos pretender ese salto a algo como una conciencia collectiva.
Porque curiosamente, el 'milagro' de la vida en si parece producirse con mucha más facilidad de lo que generalmente se estima. Incluso cometas y meteoritas portan los ladrillos fundamentales (moléculas complejas de carbono: aminoácidos y proteínas) para las formas de vida más elementales. Por lo que parece, ya se desarrollaron relativamente pronto en nuestro planeta, una vez que se había vuelto lo suficientemente estable hace unos 4.400 millones de años. Las primeras señales de vida (micro-organismos) ya aparecen hace unos 3.600 millones de años. Esto significa que la emergencia de formas primitivas de vida desde "la nada" ha necesitado unos 800 millones de años.
En realidad, el verdadero milagro de la vida es el desarrollo hacia organismos más complejos y avanzados a partir de estos organismos primitivos. Esto se inició hace sólo 500 millones de años durante la explosíon cámbrica, y por lo tanto ha necesitado unos 3.100 millones de años, cuatro veces más que la aparición de la propia vida. Sólo después de esto pudo llevarse a cabo el siguiente e imprescinidible milagro: el desarrollo de la (auto)conciencia. En el caso de los homininos, se estima que esto se produjo hace no más de 7 millones de años.
En otras palabras, parece que le ha costado a la evolución de la vida casi todo el tiempo hasta ahora (3.593 millones de años) y mucho esfuerzo para llegar tan lejos y tal vez las circunstancias que lo hayan propiciado no vuelvan a repetirse.
De ahí esa sensación de una oportunidad única, por lo menos con lo que respecta a este sistema solar.
La idea de que todo esté conectado -no solo los seres humanos entre si o los seres vivos, sino quizas incluso la materia 'muerta' y por lo tanto la tierra en su conjunto y tal vez incluso el cosmos entero-, se merecería más atención y mayor investigación. No sólo porque para una parte considerable de la población mundial sea un pensamiento esperanzador, sino puramente porque realmente puede ser cierto. Investigarlo e incluso el mero hecho de considerarlo seriamente, nos podría enseñar ya muchas cosas nuevas, hacernos llegar a conclusiones nuevas y posiblemente adoptar una actitud diferente, que podría arrojar resultados nuevas y diferentes en el bien de todos y de todo.
Este pensamiento es algo revolucionario y polémico, porque es opuesta a la filosofía de vida y del mundo, generalmente aceptada en la sociedad moderna. Y como siempre ha sido en la historia humana, esta visión alternativa no es facilmente adoptado por las autoridades dominantes (leáse: política, mundo financiero, industria y religiones). Pero probablemente esta creencia sea menos revolucionario que en su momento el pensamiento que la tierra no era plana, que no se encontraba en el centro del universo o que Dios no existe. Afortunadamente puede ser expresado casi con toda libertada en los países democráticos y gracias a internet puede facilmente ser difundido globalmente, directamente hacia las personas individuales, sin intermediarios a los interesados. Gracias a ello existe una multitud de movimientos, nuevos y no tan nuevos, que apoyan esta filosofía. Sin embargo, por el momento estos movimientos funcionan todavía de forma muy fragmentada y aún tienen una fuerza compensatoria casi insignificante en relación a poder del modelo global dominante, únicamente basado en el mito del dinero, la economía y un crecimiento ilimitado de la producción y la industria.
No obstante, precisamente en la diversidad puede estar su fuerza, al igual que siempre ha sido la fuerza de la propia naturaleza, y su crecimiento puede estar produciéndose de forma rizomática, como el bambú o el jengibre: un crecimiento no visible de las estructuras fundamentales (las raíces en la tierra) para de repente, con las circunstancias o los desencadenantes adecuados (lluvia - sol), poder brotar por todas partes de forma aparentemente espontánea y casi ilimitada. Parece que este crecimiento casi silencioso e inapreciable, lleva produciéndose desde hace ya bastante tiempo, llevando a una mayor concienciación de la población mundial, aunque todavía mucho más implícito que explícito. Seguramente casi sólo queda esperar (y estimular) la ocurrencia de esas circunstancias o de ese desencadenante adecuado, para que de repente empiece a brotar con todo su potencial y que se manifieste esa voluntad colectiva de realmente cambiar el rumbo de la sociedad hacia algo más sano que la avariciosa y arrogante obsesión por el dinero, el poder, la posesión y el materialismo en esto que algunos se atreven a denominar "civilización".
Y no es necesario que seamos todos, ni siquiera una mayoría. Una masa crítica basta!
Únicamente es de esperar que este cambio se produzca a tiempo y emplear entre todos toda la voluntad, la creatividad, la inspiración y el esfuerzo para que así sea. Que, efectivamente, se produzca este cambio a tiempo, es a lo que quiere contribuir Human Progress y lo toma como su principal misión.